Con Spotify, Netflix, iBooks y Podcasts, mi manera de consumir música, películas, libros y programas de radio cambió drásticamente en los últimos 5 años. Hoy con Spotify te presento el primero de esta serie de cuatro artículos, sobre cómo estos servicios online se volvieron imprescindibles en mi día a día, por qué me encantan y te los recomiendo.

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Sorprendidos con el Winamp

A finales de los ’90 todos quedábamos sorprendidos con lo bien que sonaba un MP3 reproduciéndose en el Winamp de la computadora: “Esperá, ¿esa música sale de ahí?”. Es que en esa época pensábamos que cualquier sonido proveniente de aquel artefacto -que lo usábamos para trabajar más que para otra cosa- sólo podían tener tonos robotizados y alertas espantosas, de cada vez que hacíamos algo mal. Así que escuchar la dulce voz de Alanis Morissette desde el mismo parlantecito, encantaba con la misma intensidad que sorprendía.

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Las mil canciones en un bolsillo

Ni hablar cuando a principios del ‘2000 apareció Steve Jobs con ese juguetito blanco llamado iPod, que podía almacenar mil canciones en el bolsillo de sus Levi’s 501. ¿¡Mil canciones!? Algunos seguían haciendo el cálculo de las mil canciones comparando con las pilas de cedés a que eso equivalía, otros pensando en sus carpetas y carpetas de archivos MP3 en la computadora. En ambos casos, la ventaja principal era la misma: Lo portátil; mil canciones a donde vayas. Pero además de lo portátil estaba aquello otro: El acceso inmediato a lo que te gusta y la compra legal.

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Nos convertimos en piratas

¡Y es que con esto de las músicas en MP3, sin darnos cuenta nos habíamos convertido todos en unos ladronzuelos! Pero a nuestra defensa diré que no fue por pura maldad. “Creemos que el 80% de la gente que roba música no quiere hacerlo en realidad, pero es que no se les ofrece una alternativa legal” dijo Steve Jobs, según describe Walter Isaacson en el libro de su biografía.

Cierto. Por mucho tiempo descargar canciones significaba adentrarse en los tenebrosos dominios de intercambio de archivos y servidores pirata como Napster y Kazaa. Invertir horas de nuestra cara conexión a internet, arriesgarnos a invasiones de virus y además el karma de saber que estábamos robando a nuestros artistas favoritos, hacían de esta una experiencia agridulce.

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Cuando pudimos descargar música legalmente

Con esta visión de Jobs, fue que poco después de la aparición de los iPod también se crearon las tiendas iTunes; una plataforma online donde por primera vez las principales discográficas estadounidenses permitieron la venta de las versiones digitales de sus canciones, allá por el ‘2003.

Este giro no sólo hizo revivir a las moribundas corporaciones de la música, sino que también revolucionó por completo la forma en que los consumidores la escuchamos. Quienes crecimos con cassettes y cedés, y vimos el nacimiento del iPod y iTunes, realmente apreciamos en su momento lo que significó poder tener mil canciones en el bolsillo, tanto que no podíamos imaginarnos algo mejor.

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Ahora ni necesitamos descargar, es gratis y legal

Pero algo mejor llegó y se llama Streaming. Así como antes –pagando o robando- debíamos descargar una canción para escucharla, desde finales del ‘2010 aproximadamente, gracias al suficiente ancho de banda de internet del cual gozamos en nuestros hogares (o celulares) podemos escuchar músicas, sin necesidad de descargarlas, en forma legal y segura.

A diferencia de la venta online en las tiendas iTunes de álbumes (a 10 dólares cada uno) o canciones (a 1 dólar cada una), las plataformas de música en streaming te ofrecen la opción de registrarte para escuchar música gratuitamente. Sí, es gratis y es legal.

Pero también está la opción paga, donde con una mensualidad de unos 10 dólares aproximadamente, accedés a beneficios como: escuchar las músicas sin cortes comerciales, descargarlas para escuchar sin necesidad de una conexión a internet, entre otras.

Las plafaformas más populares de música en streaming que conozco son Spotify, Deezer y Apple Music. La que yo utilizo es Spotify, y para serte sincera nunca hice un análisis de cuál es mejor o peor. Es la que uso porque fue la primera que conocí y me quedé ahí porque nunca me dio ningún problema, al contrario.

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Lo que más me gusta de Spotify: Cuando salgo de la compu, abro la app en mi celular, le doy play y continúa sonando la misma canción que estaba escuchando en la computadora.

Escucho Spotify en mi computadora, en mi teléfono, en mi iPad y cuando voy en el auto de mi marido, que puedo conectar directamente a su radio. Desde donde acceda tengo organizadas mis listas de canciones favoritas, sigo a cientos de artistas que me gustaron desde siempre y descubro a otros cientos con las listas y sugerencias que me va tirando la aplicación o lo que comparten mis amigos.

Lo que más me gusta: Cuando salgo de la compu, abro la app en mi celular, le doy play y continúa sonando la misma canción que estaba escuchando en la computadora.

No puedo imaginarme algo mejor. Y sí, ya lo dijo Steve: “Muchas veces la gente no sabe lo que quiere hasta que se lo enseñas.”

Cómo Spotify se convirtió en uno de los 4 imprescindibles de mi día a día