Una vez mi amiga Rosa me preguntó: ¿Cuál creés que es el mayor desafío de la mujer en estos tiempos?

Pensé un buen rato y le dije que por ahí tiene que ver con equilibrar armoniosamente todos los roles que nos tocan… ¡Sin llegar a colapsar!

Es que la generación de nuestras abuelas luchó y conquistó la liberación femenina en muchísimos aspectos, la de nuestras madres ejerció esas conquistas pero a nosotras nos toca no sólo ejercerlas, sino terminar de sentirnos bien con ello. Ni hablar cuando nos convertimos en madres.

¿¡Se puede lograr vivir sin culpa siendo madre!?

Entre mis pares veo que sigue habiendo bastante culpa cuando una mujer se prioriza ella misma y no a su familia, esposo, hijos, carrera y todo lo demás.

De boca para afuera nos enorgullecemos de ser mujeres independientes, emprendedoras y triunfadoras… pero de algún modo aún nos siguen importando ciertas voces de la sociedad.

El fin de semana pasado me preparaba para ir al Asunciónico y pensaba en lo complejo que es seguir dándonos estos gustos personales.

Más allá de toda la logística que hay que calcular con los hijos, con quién dejarlos, asegurarnos de que sigan su rutina… ¡Tenemos que encargarnos de callar esa vocecita tan hincha que nos dice: ¿Vale pio la pena tanto esfuerzo para que salgas a farrear? ¿Por qué no te quedás nomás en tu casa a ver una serie?

Muchísimas veces hice caso a esa voz y degeneré hacer cosas que me gustan por comportarme como Madre y Señora Bien. Al pedo. Igual sale esa otra voz que me dice: ¿¡Cómo vas a dejar de hacer esto que tanto te gustó siempre, sólo por hacerle caso a esa otra vocecita metiche!?

Una vez más la respuesta está en buscar el equilibrio. ¿Cómo? Estos son los 3 puntos que te recomiendo observar.

1. Convencerte de que está bien

Porque viniste a este mundo para ser feliz vos misma, no para que otros te hagan feliz. Mucho menos para hacer feliz a otros a cuestas de tu propia felicidad, incluso la de tus hijos. Y sí, cuesta creerlo pero anteponer siempre la felicidad de tus hijos a la tuya no es buena idea.

Desde luego que muchas veces vas a hacerlo, pero si se convierte en una constante en tu vida es cuando hay un problema. No sólo para vos, para ellos también. ¿Cuántas mujeres de 60 años conocés, que luego de haber dado todo por sus hijos y marido hoy no saben cómo seguir su vida?

 

2. Todo se puede, pero hay que organizarse

El trabajo y el cole al día siguiente; dónde o con quién dejar a los hijos hoy; el cansancio que ya tenés por un día agitado… Son factores que fácilmente te hacen desistir. Pero esto pasa más que nada cuando las cosas se organizan a las apuradas. Son hermosas esas salidas que surgen de la nada, pero en realidad para nosotras es mucho más complicado. Por eso, no dejes que la diversión en tu vida esté supeditada sólo a lo que surja. Planificar tu bienestar no sólo es bueno para tu agenda, también para tu bolsillo.

3. Dar para recibir (el permiso’i)

Una vez me senté a charlar con los abuelos de mi marido, una pareja de más de 50 años de matrimonio (de esas que siguen yendo al cine y caminan tomados de la mano), para preguntarles cuál es su secreto. Me dijeron básicamente dos cosas: 1) No intentar cambiar al otro (tema a profundizar en otro post) y 2) Tener actividades cada uno por su lado.

Me sorprendió tanto, porque me parecía verlos juntos en todos lados. Pero después me hicieron ver que cada uno también tenía actividades por separado. Ella tomaba cursos de pintura y él de fotografía (a los 75 y 80 años respectivamente). Ella salía con sus amigas y el con los suyos.

Me hizo tan bien saber que desde siempre mi marido y yo tenemos actividades juntos y por separado. Hay actividades mías que yo sé que a él le resultan un bodrio, y aunque podría acompañarme si le pidiese, no quiero someterlo a eso. Lo mismo le pasa a él. ¡Y eso está bien!

No tiene nada de malo ir solo al cumple de un amigo, porque la esposa prefirió quedarse en casa a dormir. Tampoco está mal ir sin el marido a un concierto, porque realmente él no le ve el sentido de tener que soportar la lluvia y el barro para escuchar a The Killers en vivo. Es cuestión de gustos, de respeto y de mucha confianza.

No solo hay que respetar las actividades de cada uno en la pareja, sino agradecer y alentar que el otro tenga aficiones. Hacen bien al espíritu, dan sentido a la vida y eso en definitiva contribuye a una buena relación.

¿Y vos qué tal? ¿Te cuesta tomarte gustos personales sin sentir culpa? ¡Contáme en los comentarios!

Moderbloguer 🙂
Ser madre, darse gustos y no sentirse culpable
Etiquetado en: